sábado, 22 de septiembre de 2007

MIENTRAS DORMÍA

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Una mañana, mientras la muchacha dormía, el enamorado forzó la puerta, entro a una pequeña habitación donde estaba "La PC...",
enseguida la encendió y descubrió que su amada anotaba allí
sus fantasías más diabólicas, sus impulsos más demenciales,
sus tentaciones más impúdicas y sus cinismos inevitables...
y se puso loco de indignación, corrió a despertar a la bella mujer
reprochandole todo lo que había leido en aquellos escritos.

"Mal paso has dado, amor mío", dijo la joven.
"Esa es la mujer que no soy" siguió diciendo,
"esos eran hasta hoy mis caminos no elegidos...
has de saber que yo soy el amor perfecto,
es decir,
que soy como tu me haces,
y nacida en ti la duda,
ya nunca me harás igual... por tu culpa empezaré
a parecerme a la mujer de esos escritos..."

El hombre trato de defenderse pero solo lograba emitir nuevos reproches, y ese día se separaron para siempre.
El hombre vivió hasta el fin de sus días sin decidirse
entre el arrepentimiento o la ira, y ella se convirtió en la mujer
de los deseos diabólicos y se enamoro de un hombre grosero y vulgar.

Es sabio el que abre las puertas que le están destinadas,
pero más sabio es el que respeta las que no le son propias.
Y creo que en la vida de todos nosotros es necesario
que alguna puerta quede cerrada.

Lo que no tiene misterio alguno, lo que no tiene territorio alguno
que sea sagrado ni que sea prohibido, termina por ser vulgar,
y finalmente hay territorios que son sagrados justamente
para que la persona delicada no pueda acceder a la vulgaridad de esos territorios.




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